miércoles, 2 de febrero de 2011

Mientras escribo... Por diego Ignacio Mur

Un gusano se arrastra sobre cáscaras resecas, vacías y negras. Ve torres habitadas por ciegos ignorantes. Mas allá de las pesadas estructuras oscuras, corren ríos mecánicos. El gusano descansa en la vereda, junto a la autopista. No puede preguntarse si los autos son el agua o el agua es el asfalto o si acaso los autos son cardúmenes metálicos. Tales alegorías son demasiado complejas para la mente de un gusano.

Mientras yo escribo, las cucarachas gigantes buscan pasadizos entre grietas de cemento. Detrás de la pared, en las cañerías, los insectos husmean refugios y senderos. Las cucarachas comen, defecan y copulan. Ponen huevos en pútridos nidos ocultos. Debajo en el quiosco, dos bolivianos drogadictos planean un atraco, junto a ellos un viejo necio despide una ventosidad hedionda y segundos mas tarde asegura que no fue él.

A unas cuadras del edificio hay una anciana que se queja por su reuma y piensa. Está tendida sobre una cama metálica y sabe que el colchón y las sabanas forman una barrera manteniendola tibia. El geriátrico es una construcción antigua y mugrienta.

En su cama y con los ojos bien abiertos la anciana pierde su mirada en el techo. Percibe las imperfecciones de la bóveda, fisuras, manchas de humedad, se concentra en las millones de partículas que oscilan sobre los colores. Suele percibirlas cuando mira fijo algo. Por alguna razón, resultan mas evidentes en la penumbra. Pero la señora desvía su atención del mundo material.

De pronto piensa en su vida, reflexiona a cerca de los hombres que conoció evocando días, circunstancias y emociones. También, momentos tempranos cuando era mas ingenua. Se pregunta si todos somos crédulos ante la vida, y se responde que si, que somos llanos frente a lo desconocido, y que por fin, una limitada parte de la verdad se muestra al final: Pero se confunde al creer que la realidad parte de su bagaje cognoscitivo, la suma de percepciones acumuladas, de todas las incertidumbres, preguntas y respuestas, y revelaciones diarias.

Su situación le resulta injusta pero no sabe a quien culpar, deduce que somos un fenómeno consciente, a diferencia de otros en el Universo. Así. Su mirada parece vaga pero no lo es. Sus ojos proyectan sueños y recuerdos al espacio espiritual. La señora se considera a si misma un proyector de cine para entidades sin cuerpo.

Dos chicas entran al kiosco, mientras los delincuentes deciden esperar.

Las dos son muy lindas y están hablando. Miran los paquetes de cigarrillos apilados en un exhibidor. Una de ellas habla raro, no es su verdadero tono de voz, lo hace para impresionar al chico que atiende porque le parece atractivo, pero no sabe que es homosexual.

Un borracho patea una botella. En realidad no se si es un borracho, o si alguien pateó una botella por descuido, simplemente alguien lo hace y lo escucho. Me tienta pensar que es un borracho. Pero es el viejo con gastritis.

Mientras tanto, el gusano deja un rastro de suciedad, como todos hacen todos los de su especie. Un rastro común que se borrará al poco tiempo. Nada importante. No se hace demasiadas preguntas respecto de nada. Sigue adelante y sonríe, hoy esta contento porque irá a la cancha el fin de semana.

El gusano es pegajoso, su caparazón es feo y sin gracia. Es un gusano caracol, transparente y simple.

Unas 30 personas presionadas, disconformes, preocupadas y desesperanzadas esperan un tren que las llevará a la mierda.

La escena se repite muchas veces, sobre y bajo la tierra.

Son los problemas los que determinan la evolución, pero ellos han convertido muchos conflictos en algo imperturbable. Todo es así porque sí, y deber quedarse de esa manera.

Les falta estimular el cerebro. Como células de un pulmón, que no contribuyen a nada, el smog de la ciudad los va secando. Todos juntos, el gusano, los ladrones, los que esperan trenes y habitan galerías, todos ellos van a donde sea que vayan por inercia, total no piensan, se ven como entidades individuales cuando forman un ejercito de ignorantes.

Sin embargo, afuera hay un tornillo que se enrosca en cabezas, y siempre esta buscando un cerebro nuevo para perforar y para quedar allí, incrustado. Es un fantasma de un tornillo que en realidad no es un tornillo sino consciencia.

El día no tiene la culpa de no tengan sueños. El sistema humano y la estructura económica si.
Temen cambiar. Sufren ante la posibilidad de hallar otros túneles ascendentes, invisibles, de esos que llaman descubrimientos, buscan caminos rápidos y con menos obstáculos, siempre atados a la mentira.

Quienes se elevan sobre la mediocridad están en la tormenta, en el medio, avanzan entre ráfagas de agua y rayos, hay oscuridad y estallidos de luz, todo pasa muy rápido, se preguntan si seguirán volando cuando termine el temporal, o si caerán como peñascos en picada para destrozase contra el suelo, otra vez.

Las drogas son la herramienta más hábil del sistema financiero para dejar fuera de combate a los que no se conforman.

Algunos ojos se abren, otros ojos se cierran. La opresión en el pecho ya cansa, aburre, el dolor causa sufrimiento, el sufrimiento rencor. El rencor causa odio y en definitiva nadie entiende porque odia. Antes consideran normal aquello que los aflige. Por esa razón no buscan explicaciones, van a un psicoanalista. Y la incertidumbre los abruma.

El Universo sigue su curso alrededor, al igual que la naturaleza, pero ellos persisten aferrándose a algo que no existe.

Alguien decide probar una última hipótesis. Antes de soltarse. Antes de irse a dormir al asiento trasero para que el auto se estrelle. ¿Acaso hay algo que brilla en su interior?

¿Acaso hay algo que pueda cautivarlo?

Va a intentar responder esas preguntas y la respuesta llegará tarde.
Lo han obligado pero igual, él se sometió a si mismo.

Uno percibe la amargura en las caras de todos los esclavos del cemento. Fueron distanciados cuando nacieron, individualizados, dotados de un nombre y apellido. Todo se reduce a eso, no quieren estar solos. Y no lo están en el fondo. No tienen las llaves para quitarse de encima las cargas. Pero les sobra fuerza para clavar dagas en el corazón y eso los encierra bastante. La sangre simboliza la ignorancia, y aquello que cicatriza el odio se extiende mas allá de sus consciencias.

Sin saberlo, necesitan es percibir que ya son parte de un todo. La iglesia saca ventaja de eso. Los partidos políticos sacan ventaja de eso. Todos menos ellos.

Diego Ignacio Mur

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